Superar la dependencia emocional
La dependencia emocional es un tipo de dependencia interpersonal genuina por la que el individuo trata de cubrir una serie de necesidades emocionales insatisfechas mediante la relación de pareja. Según la investigación existente, constituye un tipo de adicción conductual, que lleva a las personas a tomar una posición sumisa en las relaciones de pareja (Anguita, 2017).
Las personas que padecen esta problemática comparten una serie de características, a saber: baja autoestima y pobre autoconcepto, miedo e intolerancia a la soledad, ansiedad ante la separación, déficits en asertividad, creencias distorsionadas sobre el amor romántico, pobre conciencia del problema e incapacidad para romper la relación a pesar del malestar que les ocasiona.
Las dependencias interpersonales terminan por afectar al conjunto de sistemas del sujeto (Bornstein, 1992):
Cognición: las personas que lo padecen mantienen creencias y esquemas sobre sí mismas como personas débiles y necesitadas, tienen preocupaciones, rumiaciones, celotipias, etc. Aunque las conductas de estos individuos puedan modificarse en función de la situación o en función de su percepción de ganancias o pérdidas en distintos momentos, las creencias se mantienen siempre estables y son las que guían el resto de sistemas del sujeto.
Emoción: sufren miedo al abandono por parte de la pareja, ansiedad ante la separación, disforia intensa ante el rechazo, miedo a la evaluación negativa por parte de otros, etc.
Motivación: sienten un impulso de buscar continuamente contacto con la pareja, deseos de protección y de ayuda, etc.
Conducta: llevan a cabo conductas de sumisión, de complacencia, de búsqueda de contacto con la pareja, etc.
Intervención
El proceso de intervención tiene como objetivo desarrollar la autoestima, brindar a la persona herramientas para que pueda solucionar sus problemas por cuenta propia y modificar sus distorsiones cognitivas respecto al amor y las relaciones de pareja.
Desarrollo de la autoestima y las habilidades sociales
La dependencia emocional esta fuertemente vinculada a la baja autoestima y deficiencias en las habilidades sociales.
La autoestima corresponde a la valoración positiva o negativa que uno hace de sí mismo. Es la predisposición a saberse apto para la vida y para satisfacer las propias necesidades, el sentirse competente para afrontar los desafíos que van apareciendo y merecedor de felicidad (Pérez, 2019).
La autoestima está ligada a la asertividad. Al no contar con un adecuado nivel asertivo da como resultado una inseguridad, teniendo comportamientos pasivos o agresivos, reflejando la carencia de responder al mundo adecuadamente (Bishop, 2000).
El adquirir habilidades para establecer optimas relaciones sociales que incluyen las emociones, que son de gran apoyo para el sujeto para poder transmitir de manera adecuada y efectiva lo que desea expresar y así encarar dificultades con un pensamiento más inteligente orientado a encontrar una solución y al mismo tiempo quedar en cordialidad con los demás sin perder el dominio de sus emociones (Carrizales y Fernández, 2017).
El formato básico del entrenamiento en habilidades sociales incluye identificar primero, con la ayuda del paciente, las áreas específicas en las que éste tiene dificultades. Una vez identificadas las conductas problema, analizamos por qué el individuo no logra comportarse de forma socialmente adecuada. Antes de comenzar con el entrenamiento en sí, es importante fomentar la motivación hacia el entrenamiento que va a tener lugar.
Desarrollo de la autoeficacia
Las personas en una situación de dependencia emocional tienen una pobre auto eficacia, ya que creen que no serán capaces de hacer frente a las dificultades de la vida cotidiana sin la ayuda de una pareja.
Es vital dotar a la persona de herramientas practicas para la solución de problemas a los cuales pueda enfrentarse, de forma que la resolución asertiva de estos vaya incrementando la sensación de auto eficacia.
La terapia de solución de problemas es un proceso cognitivo, afectivo y conductual a través del cual el individuo intenta identificar o descubrir soluciones a los problemas específicos que se le van presentando en su vida cotidiana. El objetivo de esta terapia es mejorar la competencia social y disminuir el malestar psicológico (Labrador, 2009).
Este entrenamiento consta en cinco fases:
1) Reconocer que el problema existe: el perfeccionismo, la falta de habilidades u otras características personales son limitaciones importantes para solucionar problemas. Por ello, reconocer que existen problemas y que tenemos que buscarles soluciones es el primer paso.
2) Definición y formulación del problema: cuando sabemos que un problema existe debemos definirlo claramente. Tenemos que basarnos en hechos, no en creencias.
3) Generación de varias soluciones alternativas: una vez empecemos a pensar en una solución no debemos simplemente adoptar la primera que se nos ocurra. Hay que buscar soluciones alternativas generando el mayor numero posible de ellas. Se recomienda hacer un listado con todas aquellas posibles que vengan a la mente. La única regla a tener en cuenta es que sean soluciones concretas, centradas en el problema y no vagas o ambiguas.
4) Toma de decisiones para seleccionar la mejor solución: de todas las soluciones propuestas hay que elegir una en función de las consecuencias personales, sociales y económicas que implica, sus ventajas y desventajas, así como resultados esperados a corto y largo plazo. Ya seleccionada se diseñará una táctica concreta para ponerla en práctica.
5) Puesta en práctica de la solución elegida: la solución elegida se pondrá en practica y se monitorearan constantemente los resultados obtenidos. Si se están logrando los resultados esperados debemos procurar que estos nuevos comportamientos positivos se conviertan en parte de nuestra rutina, si no es así se debe analizar qué elementos están interfiriendo en la consecución del plan y entonces realizar los cambios necesarios a nuestra estrategia.
Cambio de mentalidad
Las personas que presentan dependencia emocional presentan diversas distorsiones cognitivas que les hacen llegar a la conclusión de que deben mantenerse en esa relación aunque esta sea abusiva.
Sobregeneralización: la persona elabora una regla a partir de uno o dos hecho aislados y la aplica indiscriminadamente en otras situaciones. En este caso la persona puede haber llegado a la conclusión de que como sus anteriores relaciones fueron negativas, todas las relaciones son así y por tanto no tienen esperanza de en un futuro entablar una relación afectiva y respetuosa.
Personalización: interpretar algo como personal aunque no lo sea. Ver eventos como consecuencia de sus acciones, cuando hay otras explicaciones. Por ejemplo atribuirse a si misma la culpa de todo lo malo que ocurre en la relación.
Pensamiento catastrófico: creer que los acontecimientos tienen consecuencias espantosas, el pensamiento se centra en lo peor, todo es peligroso. Se sobredimensiona las consecuencias de los actos. Las personas con dependencia emocional pueden creer que romper la relación y permanecer sin pareja por un tiempo traerá consecuencias muy graves tales como "voy a morir solo(a)", ademas estas ideas se pueden ver reforzadas por roles de genero muy tradicionales y afirmaciones del tipo "una mujer sola no vale nada"
Atención centrada en satisfacer al otro: busca satisfacer las necesidades y exigencias de los demás, ser aprobado(a) por los demás, sin preguntarse cuáles son sus propios deseos, intereses y derechos.
Autoevaluación negativa: verse como victima, fracasado y sin suerte. Estos pensamientos polarizan la acción, bloquean e inhiben, impiden crecer y afrontar la adversidad. Relacionado a la falta de auto estima y falta de habilidades sociales.
Bibliografía
Anguita, A (2017). Propuesta de intervención para la dependencia emocional: superación de la dependencia tras la ruptura de la pareja. Tesis Maestría. Universidad Autónoma de Madrid.
Bishop, S (2000). Desarrolle su asertividad. Barcelona: Gédisa.
Bornstein, R (1992). The dependent personality: developmental, social, and clinical perspectives. Psychological bulletin, 112(1), 2-23.
Carrizales, S; Fernández, M (2017). Terapia cognitivo conductual y soluciones con sus alternativas para el desarrollo de habilidades sociales en una joven con baja autoestima. Revista electrónica de psicología Iztacala.
Labrador, F (2009). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Psicología Pirámide.
Pérez, H (2019). Autoestima, teorías y su relación con el éxito personal.
Comentarios
Publicar un comentario