Distorsiones Cognitivas


Uno de los aspectos básicos de la terapia racional emotiva es la distinción entre creencias racionales e irracionales. Aunque ambas se describen como cogniciones evaluativas propias de cada persona, las creencias racionales son probabilísticas, preferenciales  o relativas y se expresan en términos de deseos y gustos: "me gustaría", "preferiría", "no me gustaría", etcétera. Cuando las personas no consiguen lo que desean, los sentimientos negativos de displacer o insatisfacción que generan no impiden el logro de nuevos objetivos o propósitos (Labrador, 2009).

Las creencias irracionales, por el contrario, son dogmáticas o absolutas y se expresan en términos de obligación. Su no consecución provoca emociones negativas inapropiadas que interfieren en la consecución de objetivos y generan alteraciones de conducta. 

Las distorsiones cognitivas mas comunes frecuentes son (Clark y Beck, 2016):

Pensamiento todo o nada: se tiende a percibir  cualquier hecho de  forma extremista y  dentro de categorías  opuestas, sin matices  ni términos  intermedios.

Sobregeneralización: la persona elabora  una regla a partir de  uno o dos hecho  aislados y la aplica  indiscriminadamente  en otras situaciones.

Predicción negativa: consiste en que la  persona anticipa que  algo va a salir mal y  no duda, en ningún  momento, de esa  predicción.

Personalización: interpretar algo  como personal  aunque no lo sea. Ver  eventos como  consecuencia de sus  acciones, cuando hay  otras explicaciones.

Reducción al mínimo: se niegan los hechos  positivos, o se reduce  su importancia.  Conlleva insistir en  que nuestras  cualidades y nuestros  logros no cuentan o  su importancia es  mínima.

Pensamiento catastrófico: creer que los  acontecimientos  tienen consecuencias  espantosas, el  pensamiento se  centra en lo peor,  todo es peligroso.  Sobredimensiona las  consecuencias.

Atención centrada en satisfacer al otro: busca satisfacer las  necesidades y  exigencias de los  demás, ser  aprobado(a) por los  demás, sin  preguntarse cuáles  son sus propios  deseos, intereses y  derechos.

Sesgo de autoservicio: tendencia a evaluar  la información  ambigua de tal forma  que beneficie a sus  propios intereses.  Suelen hacer una  atribución interna  después de un éxito y  externa al fracasar.

Autoevaluación negativa: verse como victima,  fracasado y sin  suerte. Estos  pensamientos  polarizan la acción,  bloquean e inhiben,  impiden crecer y  afrontar la  adversidad.

Perfeccionismo: consiste en la  creencia de que se  puede y se debe  alcanzar la  perfección.  Convicción de que  cualquier cosa por  debajo de un ideal de  perfección es  inaceptable.

Predicción del futuro: creer que se sabe lo  que va a suceder, en  vez de esperar para  ver qué pasa  aceptando la espera  y la incertidumbre.

Culpabilidad: atribuirse a si  misma(o) la culpa por  situaciones en las  que uno no pose  responsabilidad. La  culpa se asocia  además con la idea  de merecer castigo.

Falacia de control: creerse omnipotente  y responsable de  todo lo que ocurre a  su alrededor. Lo que  no puede controlar le  da miedo y rechazo.

Falacia de justicia: mediante este tipo  de pensamiento  consideramos que  todo lo que no  coincida con nuestra  forma de ver las  cosas es injusto.

Falacia de cambio: supone creer que los  demás cambiaran si  se les presionamos lo  suficiente. La  felicidad depende de  que los demás  satisfagan nuestras  necesidades  cambiando ellos.


Bibliografía 

Clark, D y Beck, A (2016). Manual práctico para la ansiedad y las preocupaciones. La solución cognitiva conductual. Bilbao. Editorial Desclée De Brouwer

Labrador, J (2009). Técnicas de modificación de conducta. Madrid. España. Editorial Pirámide. 

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