Proceso de adaptación del niño adoptado
La adopción requiere un compromiso profundo y es una experiencia que moldea las vidas tanto de los padres adoptivos como de los niños adoptados. Uno de los aspectos más significativos de este viaje es el proceso de adaptación del niño al nuevo entorno familiar. Este proceso es único para cada niño, influenciado por su historia, edad, contexto cultural y muchas otras variables. Comprender este proceso es crucial para los padres adoptivos, ya que les permite brindar el apoyo y la estructura necesarios para que el niño se adapte y florezca en su nuevo hogar.
En el proceso de adaptación del niño adoptado intervienen los siguientes factores:
1) La acumulación de demandas, tanto normativas de la transición a la parentalidad como específicas de la adopción internacional que vive la familia.
2) La definición que hacen los padres de la situación en términos de predecibilidad, capacidad de control o expectativas de adaptación.
3) Los recursos puestos en marcha por la familia para afrontar la situación.
El proceso de estrés y afrontamiento familiar media entre la problemática con la que llega el niño a su hogar y su adaptación tras la fase de adaptación inicial.
La acumulación de demandas
Se propone que las familias no se ven impactadas por sucesos críticos individuales, como podría ser la adopción en sí, sino que en cada situación de crisis se producirá cierta combinación de factores estresantes relacionados con las tensiones familiares anteriores, los cambios de función requeridos, los eventos normativos y los no normativos, combinación que se conoce como acumulación de solicitudes. Esta perspectiva nos permite incluir en el esquema diferentes fuentes de tensión en relación con la adaptación familiar a la adopción, es decir, los recursos de tensión comunes en el cambio a la paternidad ya sea biológica o adoptiva (incremento de las responsabilidades domésticas, limitaciones en el papel desempeñado, cambio en la dinámica familiar, fatiga física, necesidades especiales en el menor) los recursos de tensión específicos del cambio a la paternidad adoptiva (adopción como estigma; integración cultural; relación con la familia biológica; infertilidad), los recursos de tensión derivados del proceso de formar un vínculo (dificultades en la expresión de emociones, reconocimiento del papel, desequilibrio en la aceptación de los miembros de la pareja), los recursos de tensión dependientes del modelo familiar (malestar en la pareja, malestar por ser padre/madre soltero/a, problemas en la relación entre hermanos), los recursos de tensión externos a la familia, especialmente los relacionados con la adaptación escolar del menor y, finalmente, los recursos de tensión dependientes de las características específicas del menor.
No obviamos que otras muchas dificultades normativas y no normativas (desempleo, cambios de residencia, jubilación, estrés laboral, fallecimiento de un familiar, etc.) pueden añadirse a esta acumulación de demandas aunque no sean consideradas dentro de la proyección operativa del modelo.
Las expectativas de adaptación
Este elemento global alude a la postura de la familia frente a las condiciones de la crisis y la interpretación que le asigna. Estas perspectivas surgirán de la evaluación que la familia realice sobre la cantidad y gravedad de las exigencias, la previsibilidad del estímulo que desencadenó la crisis en el sistema y sus propias capacidades individuales para enfrentar la situación. Concretamos esta valoración general de la coyuntura crítica en dos aspectos primordiales que median entre la magnitud de las demandas y los recursos empleados o la sensación de adaptación:
1. Expectativas de control: se refiere al nivel en que los padres se perciben con la capacidad de llevar a cabo sus responsabilidades parentales en los aspectos tradicionales de control y afecto.
2. Confirmación de expectativas: encapsula la sensación de los padres respecto a la adecuación de las características del niño, el proceso de adaptación y las eventuales dificultades y desafíos que surgieron en él, en relación con lo anticipado.
Los recursos adaptativos
Se refiriere a todos los recursos que se desarrollan y utilizan en respuesta a las demandas generadas por la situación crítica, actuando como intermediarios entre el estrés y la adaptación. Estos recursos familiares abarcan los recursos individuales de cada miembro de la familia, los recursos dentro del sistema familiar y el apoyo social, tanto formal como informal, que la familia logra obtener. En el modelo de Barastegui se evalúan tanto los recursos de afrontamiento familiar como los recursos dentro del subsistema parental, que implican la expresión de afecto y el control de la conducta del nuevo miembro o los estilos de crianza.
1. Recursos de afrontamiento familiar: los recursos que la familia despliega pueden ser funcionales o disfuncionales en relación con el momento familiar y el tipo de crisis presente. Algunos de estos recursos están principalmente orientados a resolver problemas, mientras que otros tienden a evitarlos; generalmente, estos últimos son menos efectivos en situaciones susceptibles de cambio.
2. Estilos educativos: en esta etapa de adaptación familiar, las conductas parentales en respuesta a las acciones de sus hijos. Estas conductas educativas serán una variable que influirá en la evolución y modificación de las conductas de los menores, promoviendo o dificultando tanto la adaptación psicosocial como la familiar del niño. Se evalúan operativamente a través de distintos patrones o errores educativos.
La adaptación
Este resultado surge del proceso familiar activado en respuesta a la acumulación de demandas generadas por la situación crítica. La adaptación no implica que la crisis no haya ocurrido, que los problemas no hayan surgido ni que la familia no haya experimentado cambios; más bien, indica que la familia ha alcanzado un nivel habitual de funcionamiento diario, satisfactorio y positivo para sus miembros. Además de la percepción familiar de la adaptación como un resultado, también se evalúa el impacto de todo este proceso en el menor y su adaptación psicosocial. Este proceso dura al menos un año.
Bibliografía
▪ Berastegui, A (2007). La adopción familiar en adopción internacional: un proceso de estrés y afrontamiento. Anuario de psicología, 38, 209-224.
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