Lenguaje no verbal
El lenguaje no verbal puede definirse a través de las siguientes líneas conceptuales (Cabana, 2008, citado por Rodríguez y Hernández, 2010): “es una forma de interacción silenciosa, espontánea, sincera y sin rodeos. Ilustra la verdad de las palabras pronunciadas al ser todos nuestros gestos un reflejo instintivo de nuestras reacciones que componen nuestra actitud mediante el envío de mensajes corporales continuos. De esta manera, nuestra envoltura carnal desvela con transparencia nuestras verdaderas pulsiones, emociones y sentimientos. Resulta que varios de nuestros gestos constituyen una forma de declaración silenciosa que tiene por objeto dar a conocer nuestras verdaderas intenciones a través de nuestras actitudes” (p. 6).
Los humanos tenemos “neuronas espejo”, las cuales se localizan en la corteza premotora y se activan cuando una persona mira a otra realizar una acción. Gracias a esto, podemos entendernos entre los miembros de nuestra especie. Algunos han llamado a esto “lenguaje mimético” mas no puede obviarse que este comportamiento fue y sigue siendo vital para la comunicación social. Sin lograr descodificar el comportamiento corporal, no es posible la comunicación efectiva. Para muestra, las personas que padecen el Síndrome de Asperguer (Corrales, 2011).
Factores asociados al lenguaje no verbal
Al hablar de la comunicación no verbal, tenemos que hacer referencia a tres áreas de estudio fundamentales que son: (McGraw Hill, 2018):
Paralingüística: estudia los aspectos no semánticos del lenguaje, como por ejemplo, los tonos empleados, el ritmo con el que se habla, el volumen de la voz, los silencios y los timbres.
Kinésica: se dedica a estudiar el significado de los movimientos humanos (cruzar las piernas, fruncir el ceño, entrelazar las manos, etc).
Proxémica: hace referencia al análisis del espacio personal o espacio que nos circunda.
La paralingüística
Se compone del tono, ritmo, volumen, los silencios y el timbre.
A. Tono de voz
El tono de la voz, que puede modularse mediante la tensión de las cuerdas vocales, es un factor que relaciona el sentimiento y la expresión que empleamos, esto es, lo que sentimos y lo que verbalizamos.
Emplearlo bien es fundamental para transmitir a nuestro interlocutor exactamente aquello que queremos, ya que emplear un tono de voz inadecuado puede distorsionar el significado del mensaje que trasmitimos.
Distinguimos tres tonos al hablar:
Ascendente: expresa duda, indecisión o interrogación.
Descendente: trasmite firmeza, determinación y confianza.
Mixto: sugiere ironía y sarcasmo.
B. Ritmo
El ritmo es la fluidez verbal con la que se expresa una persona o, lo que es lo mismo, el número de palabras por minuto que dice.
Para que nuestro mensaje sea entendible, debemos emplear un ritmo de entre 100 y 150 palabras por minuto. Por encima de las 200, se dice que una persona es taquilálica (habla muy deprisa y por tanto podemos tener problemas para comprenderla), mientras que por debajo de 100 es bradilálica (su ritmo es muy lento y puede aburrir).
C. Volumen
El volumen de la voz se relaciona con la intensidad con la que hablamos. Lo empleamos para poner énfasis, regular e incluso alterar un proceso de comunicación.
Generalmente, un volumen bajo nos indicará timidez, sumisión o tristeza. Por el contrario, un volumen alto transmite autoridad, seguridad en uno mismo o dominio de una situación.
D. Silencios
Los silencios son pausas realizadas en la comunicación verbal. Hay ocasiones en que es necesario no decir cosas para poder expresar otras. Los silencios se pueden interpretar de forma positiva o de forma negativa.
Distintas de los silencios son las pausas: se trata de paradas que efectuamos en la comunicación verbal mediante las que podemos invitar a nuestro interlocutor a que tome la palabra o enfatizar lo que estamos comunicando. Por el contrario, los suspiros (que constituyen una forma de silencio) son inspiraciones profundas continuadas por una expiración audible que expresa pena, alivio, fatiga, deseo, etc.
E. El timbre
El timbre de voz es el registro que nos permite distinguir a una persona de forma inmediata. Por ejemplo, si conocemos el timbre de voz de alguna persona cercana a nosotros, en el momento en que oigamos, aun sin verla podremos identificarla. Se suelen distinguir cuatro grados de timbres: muy bajo, medio-bajo, alto o muy alto.
La kinésica
Es la disciplina que analiza las posturas, los gestos y los movimientos del cuerpo humano.
A. La expresión facial
A través de la cara, y más concretamente de los gestos que realizamos con ella, trasmitimos gran cantidad de información, en especial a través de los ojos y de la boca, que expresan sentimientos o actitudes del emisor.
Existen siete emociones básicas propias del ser humano que trasmitimos a través de la expresión facial: alegría, tristeza, miedo, enojo, asco, desprecio y sorpresa.
B. Las miradas
A través de los ojos trasmitimos mucha información. La mirada es un indicador de que estamos escuchando a nuestro interlocutor: sin mirar a la otra persona resulta muy difícil establecer una conversación de forma fluida.
Si miramos fijamente a una persona durante un cierto periodo de tiempo, le estamos transmitiendo una señal de hostilidad hacia ella. Por el contrario, si bajamos la mirada, transmitimos una señal de inseguridad o de sumisión.
Se pueden distinguir tres clases de miradas:
Mirada laboral: se da en ambientes de trabajo. En ellas, debemos procurar que nuestra mirada no caiga por debajo del nivel de los ojos de nuestro interlocutor.
Mirada social: nuestra mirada cae por debajo de los ojos de nuestro interlocutor.
Mirada intima: los ojos del emisor recorren de arriba abajo el cuerpo de su interlocutor.
C. La postura
Refleja el estado emocional de las personas, sobre todo de si están tensas o relajadas. La ansiedad, por ejemplo, puede no detectarse en la cara ni en la voz, pero si en la postura, ya que seguramente esa persona mantenga una postura rígida. En cambio, si se muestra encogida, significará abatimiento y tristeza.
Con respecto a las piernas:
Piernas cruzadas: demuestran inseguridad o timidez.
Piernas semiabiertas: inseguridad (por ejemplo, cuando estamos sentados en una silla y enroscamos los pies alrededor de las patas de la silla).
Piernas estiradas: postura de prepotencia.
Una pierna delante y otra detrás: demuestran una situación de estrés.
D. Los gestos
Algunos gestos son propios de cada cultura. Sin embargo, hay movimientos de manos que son prácticamente universales:
Palmas hacia arriba: mientras damos una orden, la persona que la recibe no se sentirá presionada ni amenazada. Indica buena predisposición.
Palma está hacia abajo: la petición será interpretada como una orden tajante.
Cerramos la mano y con el dedo índice señalamos: la dirección podemos generar ansiedad en la persona que debe cumplir la orden.
Manos entrelazadas: pueden poner de manifiesto que la persona esta nerviosa, triste o con ansiedad.
Manos en ojiva: implica seguridad en lo que se trasmite y autoridad.
Coger la muñeca con una de las manos: trasmite nerviosismo.
Pulgares en contacto: se utilizan para trasmitir dominio y superioridad.
La proxémica
Es la disciplina que estudia el espacio y la distancia que guardan las personas al comunicarse verbalmente.
La distancia depende de varios factores:
Grado de intimidad: que el emisor tiene con el receptor. La distancia será más próxima cuanto más intima sea la relación.
Motivo del encuentro: si es formal, como por motivos de trabajo, la distancia será mayor que cuando se trata de una reunión amistosa.
Personalidad: los extrovertidos mantiene una distancia menor que los introvertidos.
Edad: los jóvenes suelen situarse entre sí más cerca que las personas mayores, salvo cuando entablan una conversación entre ellas.
Cultura o la raza: de las personas, que influyen al usar una distancia mayor o menor.
Bibliografía
Corrales, E (2011). El lenguaje no verbal: un proceso cognitivo superior indispensable para el ser humano. Revista Comunicación, 20 (1), 46-51.
McGraw Hill (2018). comunicación no verbal.
Rodríguez , I. y Hernández , M. (2010). Análisis de la comunicación no verbal de José Luis Rodríguez Zapatero. Revista Latina de Comunicación Social. (65). Universidad de La Laguna, p.p. 436 a 449.
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