Beneficios psicológicos del ejercicio

 


El ejercicio físico puede desempeñar en la intervención psicológica tanto la función de variable independiente, como recurso adjunto al tratamiento, o como experiencia psicológicamente relevante para alcanzar determinados objetivos. También de variable dependiente, como objetivo de la intervención, cuando ésta consiste, precisamente, en modificar determinados aspectos de la conducta de ejercicio que resultan inadecuados (Labrador, 2009).  

Existen múltiples estudios que inciden en la relación directa y fundamental entre actividad física y bienestar psicológico y bienestar físico, concretamente entre personas mayores, y  de la consecuente mejoría de su calidad de vida, dentro de una  práctica regular orientada. Específicamente se señala explícitamente la relación directa entre la actividad físico-deportiva  y la generación de estados emocionales positivos vinculados al bienestar psicológico (Cantón, 2001).

Siguiendo con las relaciones entre ejercicio físico, bienestar y depresión (Babyak et al.,  2000) encontró en un estudio que 10 meses después de su realización, los participantes en el grupo de actividad física tenían significativamente menos tendencia para volver a la depresión. 

Diversos autores plantean que es fundamental trabajar en función del crecimiento y desarrollo humano de los deportistas como parte de su preparación psicológica, en este sentido uno de los modelos estudiados es el Enfoque de Desarrollo Humano de Baltes (1980).

Desde una perspectiva  de desarrollo humano, las intervenciones en la psicología del deporte no pondrían el énfasis en las “curas a corto plazo”, sino en la intensificación a lo largo de la vida del crecimiento, y el desarrollo personal y el rendimiento deportivo  máximo. En un nivel general, el objetivo  de la intervención consiste en ayudar a los deportistas a ganar control sobre sus vidas, proporcionándoles las habilidades para dirigir su propio futuro; en otras palabras, manejo de su vida a través de la planificación (Romero, Brustad y García, 2007). 

Resumiendo los principales beneficios psicológicos del ejercicio son: 

1. Liberación de endorfinas: las endorfinas que segrega nuestro cerebro durante y después de realizar ejercicio físico nos inducen a un estado de mayor felicidad y bienestar emocional. Es muy recomendable en los casos de depresión o ansiedad ya que ayuda a reducir los síntomas de tristeza, genera sensación de relajación e impacta positivamente la calidad de vida de la persona.

2. Reducción del estrés: realizar cualquier actividad física es un modo saludable y efectivo de desconectar después del trabajo. Además, practicando deporte también incrementamos la producción de noradrenalina, cuyas funciones abarcan la moderación de la respuesta de nuestro cerebro ante situaciones estresantes. En este sentido, la respuesta al estrés quedaría equilibrada por las sensaciones de tranquilidad y bienestar.

3. Aumento de la autoestima: una de las razones por la que muchas personas comienzan una rutina de ejercicios es el cambio físico derivado de la constancia. Un cuerpo más definido se traduce en una mejor autoimagen y por ende en un aumento de la autoestima. La percepción de uno mismo cambia paulatinamente y conjuntamente con un mejor estado de ánimo suben inevitablemente los niveles de autoestima al aumentar la confianza en nosotros mismos.

4. Prevención del deterioro cognitivo: los ejercicios aeróbicos como pasear, nadar o pedalear de forma regular y constante, son las actividades físicas más asociadas a un mejor funcionamiento mental. En el caso concreto del Alzheimer, se puede prevenir o retrasar su aparición  con el ejercicio físico que también ayuda a evitar su progresión. El resultado es una mayor salud física, mental y cognitiva,  especialmente importantes para las personas con un padecimiento crónico.

5. Mejora la calidad del sueño: el deporte, al combatir el estrés y aliviar la ansiedad, nos permite conciliar el sueño fácilmente. Diversos estudios, han demostrado que la somnolencia durante el día era menor en personas físicamente activas. Si tienes problemas de somnolencia, practicar con moderación actividad física te permitirá disfrutar de un sueño de mejor calidad que te permita estar más despejado durante el día.


Bibliografía

Babyak, M., Blumenthal, J.  A., Herman, S., Khatri, P., Doraiswamy,  M., Moore, K. Craighead, W.  E., Baldewicz, T.  T. y Krishnan, K. R. (2000). Exercise treatment for major depression: Maintenance of  therapeutic benefit at 10 months.  Psychosomatic Medicine, 62, 633-638. 

Baltes, P. B.  (1980). Intervention in lifespan development and aging:  Concepts and issues. En R. R. Turner y H. W. Reese (Eds.),  Life-span developmental psychology: Intervention (pp.  49-78).  Nueva York: Academic Press.

Cantón, E. (2001).  Deporte, salud, bienestar y calidad de vida. Cuadernos de Psicología del Deporte, 1, 1, 27-38.

Labrador, J (2009). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Ediciones Pirámide. 

Romero, A; Brustad, R y García, A (2007). Bienestar psicológico y su uso en la psicología del ejercicio, la actividad física y el deporte. Revista iberoamericana de psicología del ejercicio y el deporte, 2 (2), 31-52.      

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