Tratamiento de los terrores nocturnos y pesadillas

Neuropsicología de los sueños


En términos generales , se sostiene que el dormir pose una función de aprendizaje y consolidación, y de reparación física y mental. Se ha observado que la deprivación de sueño produce alucinaciones auditivas y visuales, interferencias en el aprendizaje y la memoria, pérdida de la capacidad para elaborar asociaciones, irritabilidad y suspicacia.

Los sueños son una actividad mental que ocurre mientras dormimos, caracterizado por imágenes sensoriales y motoras. Estas acciones van acompañadas de estados emocionales que, en ocasiones, por su intensidad, producen un despertar súbito. La memoria para los contenidos de los sueños es evanescente y tiende a desaparecer en cuanto nos despertamos (Tirapu, 2012).

El proceso de dormir se divide en varias fases:

Fase I: se perciben la mayoría de estímulos que suceden a nuestro alrededor (auditivos y táctiles). El individuo puede responder a un estímulo con respuesta de movimientos corporales y verbales. El sueño en fase I es poco o nada reparador.

Fase II: nuestro sistema nervioso bloquea las vías de acceso de la información sensorial. Hay una desconexión del entorno, lo que facilita la conducta de dormir. Es parcialmente reparador, por lo que no es suficiente para descansar completamente.

Fase III: Si la persona se despertara en esta fase, se encontraría confuso y desorientado. El tono muscular es aún más reducido que en fase II, y tampoco hay movimientos oculares.

Fase IV: Es un período esencial para la restauración física y, sobre todo, psíquica del organismo. Aunque no es la fase típica de los sueños, en algunas ocasiones pueden aparecer . Los sueños de fase IV son en forma de imágenes, luces, figuras, y nunca en forma de historia.

Fase REM: Es la fase en que tenemos los sueños típicos , los que se presentan en forma de narración. El tono muscular es nulo, lo que impide que representemos aquello que soñamos. Se producen movimientos oculares aleatorios y rápidos.

Los adultos pasan un 25% del tiempo que duermen en fase REM, los mayores un 15 %, los niños un 50% y los prematuros llegan al 70-80%. El contenido de los sueños varía con la edad, a medida que avanzamos en nuestro ciclo vital los sueños se tornan menos agresivos en su contenido, se dan menos pesadillas, se reduce su duración, y se recuerda con más dificultad lo soñado.


Terrores nocturnos


En el DSM V (APA, 2014)  se clasifica dentro de los trastornos del despertar del sueño no REM. Se caracteriza por episodios recurrentes de despertar brusco con terror, que generalmente comienzan con gritos de pánico. Durante cada episodio, existe un miedo intenso y signos de alerta autónoma, como midriasis, taquicardia, taquipnea y sudoración. Se presenta insensibilidad relativa a los esfuerzos de otras personas para consolar al individuo durante los episodios.

No se recuerdan los sueños o el recuerdo es mínimo (por ejemplo, solamente una única escena visual). Los episodios causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (por ejemplo, una droga o un medicamento). Ademas los trastornos mentales y médicos coexistentes no explican los episodios.


Trastorno de pesadillas

Se producen de forma prolongada repetida sueños sumamente disfóricos y que se recuerdan bien. Por lo general implican esfuerzos para evitar amenazas contra la vida, la seguridad o la integridad física. Acostumbran a suceder durante la segunda mitad del período principal de sueño.

Al despertar de los sueños disfóricos , el individuo rápidamente se orienta y está alerta. La alteración del sueño causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. Las pesadillas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (por ejemplo, una droga o un medicamento).

Se puede clasificar en:

Agudo: la duración del período de pesadillas es de un mes o menos.

Subagudo: la duración del período de pesadillas es superior a un mes pero inferior a seis meses.

Persistente: la duración del período de pesadillas es de seis meses o más.

La gravedad se puede clasificar por la frecuencia con que suceden las pesadilla:

Leve: menos de un episodio por semana, en promedio.

Moderado: uno o más episodios por semana, pero no cada noche.

Grave: los episodios se producen todas las noches.


Tratamiento

 El tratamiento cognitivo-condutual del tratamiento de los terrores nocturnos y las pesadillas, se centra en enseñar a la persona diversas técnicas que permitan progresivamente ir perdiendo al miedo a los estímulos que se presentan durante el sueño (Muñoz y Lozano, 2008).

El primero de estos métodos es la desensibilización sistemática (Labrador, 2009), procedimiento que se ha utilizado también exitosamente en el tratamiento de fobias. Se elabora un listado de todos los estímulos y sensaciones que se perciben en las pesadillas y se les ordena en orden de intensidad, lo que se denomina una jerarquía de estímulos. Posteriormente se le pide a la persona que imagine el estimulo de menor intensidad de la forma mas vivida posible, al mismo tiempo que la persona lleva a cabo respiraciones profundas. Una vez logre exponerse al estimulo sin mostrar signos de ansiedad, se procede al siguiente y así sucesivamente. 

La técnica de inundación consiste en exponer a la persona a dosis fuertes pero controladas del estimulo temido, para que la persona le pierda miedo a este. En este caso, se le pide que escriba su pesadilla en detalle inmediatamente después de que haya ocurrido y la repase en imaginación al menos una hora al día durante 4 semanas. Este método es mas eficaz en pesadillas recurrentes.

Finalmente la sustitución del contenido consiste en  que se le da a la persona la instrucción de que piense en qué le gustaría soñar esa noche y repasaran mentalmente las imágenes placenteras escogidas antes de acostarse.


Bibliografía 

APA (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid. España. Editorial Panamericana. 

Labrador, F (2009). Técnicas de modificación de conducta. Madrid. España. Editorial Pirámide.   

Muñoz, H y Lozano, L (2008). Tratamiento psicoterapéutico de las pesadillas en el trastorno de estrés postraumático. Revista colombiana de psicología, 37, 227-242. 

Tirapu, J (2012). Neuropsicología de los sueños. Revista Neurología; 55: 101-10.

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